Hoy han encontrado muerto a un tío en los servicios de mi empresa.
Después del revuelo general que ha habido, sobre todo por correo electrónico, se ha sabido que el hombre llevaba desde el jueves allí.
Y ha sido cuando la señora de la limpieza ha insistido en entrar en el baño, donde lo encontró con los pantales bajados, sentado en la taza, y con una clara postura de autosatisfacción.
Debió morir de un infarto o algo parecido, pero fulminante.
La verdad es que la vida de este hombre sí que debería ser triste, por que el que nadie te eche de menos en Nochevieja, ni en tu trabajo, es lamentable, pero lo peor de todo, y lo más humillante es que te pillen una vez muerto, masturbándote con la publicidad de Carrefour, en la sección de lencería para regalar en nochevieja.
Un hombre, que no sé como se llama, solo, muerto, sin pareja, sin amigos, sin familia, un subproducto de nuestra sociedad, un hijo disociado del entramado social, una víctima del consumismo, del sedentarismo, y de la vida moderna.
Increible.
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