Parece que algunos piensan que mis blog y algunos correos privados son el síntoma de algún tipo de "mala racha", "mal trago", o incluso de algún tipo de desequilibrio químico en mi cerebro.
Nada más lejos de la realidad, lo cual me provoca dos sensaciones, contradictorias, agri-dulces, y tragi-cómicas.
Por un lado, me llega de orgullo, agrado y satisfacción que alguien de los 300 millones de internatuas lea mi blog, y no solo eso sino que postee, dando incluso su opinión personal.
En el otro extremo tenemos al desasociego producido por comprender que no se me ha entendido, y ser consicente en este instante, de que mi actitud de confunde y equivoca con la depresión, locura, animaversión, y algún otro adjetivo usuado prolificamente por los psicoanalistas.
Resumiendo: "no, ni mucho menos".
Un ser existencialista, que quiere irse al cine y a tomar unas copas, tiene la sobre humana facultad de parecer pesimista, negativo y hasta terco, cuando quiere; distrae al resto de mortales.
Quizás como el resto de mundo, o al menos de las personas que merecen ser observadas, la relación entre lo que demostramos y lo que realmente sentimos, difiere, mucho o poco o demasiado o nada en absoluto. Es decir, este es uno de los factores que añaden caos a nuestro universo.
Así que señores lectores (y alguna señora) no se fien solo de lo que escribo.
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